En los últimos años, varios destinos turísticos en España han sufrido las consecuencias de la masificación turística. Lugares como Binibeca Vell en Menorca, Palma de Mallorca y el Park Güell en Barcelona han visto cómo su encanto y tranquilidad se han visto comprometidos por la afluencia masiva de visitantes. Este fenómeno no solo afecta la calidad de vida de los residentes locales, sino que también pone en riesgo la preservación de estos lugares emblemáticos. La llegada de más de 90 millones de turistas internacionales en 2024 ha exacerbado esta situación, generando un rechazo creciente entre los habitantes que buscan proteger sus comunidades.
La saturación turística ha llevado a medidas restrictivas en algunos de estos destinos. Por ejemplo, en Binibeca Vell, las visitas se han limitado a ciertas horas del día para mitigar el impacto en la vida cotidiana de sus 220 habitantes. En otros lugares, como el Camino de Santiago y la playa de Las Catedrales en Lugo, la presión turística ha generado problemas de conservación y convivencia. A pesar de los beneficios económicos que el turismo aporta al PIB, es crucial encontrar un equilibrio que permita disfrutar de estos destinos sin comprometer su sostenibilidad y autenticidad.
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